Lesiones con pérdida de materia
Producen un retroceso de la superficie expuesta y una disminución de volumen, así como la pérdida de detalles en las superficies labradas. Dentro de esta clase de daños se pueden distinguir varios tipos de lesiones, de acuerdo con la morfología y el estado de la superficie alterada. Dichos tipos pueden estar más o menos condicionados por las características del material y los agentes de alteración.
Erosión.
Presencia de pequeños impactos, rayaduras y perforaciones sin relevancia, originados por causas antrópicas derivadas del uso del retablo.
Disolución. Disgregación. Pulverulencia.
La acción del agua tanto por un alto % de HR en el ambiente como posiblemente con alguna escorrentía directa anterior a las reparaciones de las cubiertas, ha producido lesiones en el material pétreo, sensiblemente en algún elemento concreto de alabastro de la mazonería y sobre todo en los morteros.
También en este sentido están afectadas las piedras calizas de la fábrica de la capilla, con manifestaciones de eflorescencias y pérdidas y descohesión de los revestimientos decorativos de estas áreas.
La humedad junto con el polvo y suciedad adherida y acumulada, han dado lugar a algunas zonas con carbonataciones e incluso piezas desgastadas por disolución en las zonas más afectadas por las filtraciones, coincidentes con el lado derecho del retablo. En concreto hay una ménsula de alabastro en el entablamento del primer cuerpo la que presenta esta alteración de forma más preocupante.
En consecuencia, los recubrimientos polícromos, como los dorados sobre alabastro, también han sufrido desgastes y erosiones por la misma causa, con pérdidas más evidentes en la zona alta y en la parte derecha del retablo. Algunos dorados presentan problemas de adhesión. En menor escala aparecen dorados pulverulentos.
Los morteros son uno de los elementos más castigados por los procesos generados por la humedad y sus consecuencias, es decir movimientos del agua retenida en el interior de los materiales potenciados con los ciclos de cambios de temperatura, y con ellos el empuje de las sales solubles y la consiguiente disgregación y debilitamiento de éstos.
Los materiales que conforman la bóveda y los paramentos entorno al retablo (caliza y toba, con diferentes revestimientos de enlucidos y pinceladuras en el caso de la bóveda y fondos polícromos en los muros del ábside, bajo los óculos) presentan una serie de lesiones generadas también por las aportaciones de humedad producidas por las antiguas deficiencias de las cubiertas, principalmente erosiones y disolución de partículas de la piedra, que se traducen en la superficie en eflorecescencias salinas, disgregaciones y pulverulencia y alguna desplacación.
En el caso de los revestimientos murales asociados presentan problemas de adhesión al soporte (desplacaciones, abombamientos, morteros descohesionados, grietas, fisuras y numerosas pérdidas).
Desprendimiento de placas y separación y caída de fragmentos.
En el interior del nicho central en el que se exhibe la imagen del Cristo, se han desprendido algunas de las placas de piedra que forran este espacio. Estas losas, recibidas a la fábrica únicamente con
mortero, se han desprendido del soporte al degradarse el mortero de agarre por la entrada directa de agua en esta zona.
En menor escala, también se observa esta situación en el nicho de Santo Domingo y en la predela. Las piezas afectadas, se han desprendido, y a veces caído, debido a la pérdida de efectividad de los morteros degradados por la humedad.
Faltas de material.
Pérdida de volumen: puntualmente se pueden observar pequeñas pérdidas de material, por impactos accidentales o por la presión del peso de los elementos horizontales sobre las columnas, en donde en la zona de las basas y en la próxima a los capiteles se ha producido el fenómeno de pequeñas fracturas de tipo concoidal.
Lesiones que implican aporte de materia.
Depósitos de polvo.
Es un material higroscópico y por tanto generador de futuras lesiones. Normalmente su presencia es mayor en las superficies horizontales. El retablo presenta depósitos generalizados de polvo, con acumulaciones importantes en las cornisas, molduras y elementos escultóricos. Estos depósitos además se han visto potenciados por la acumulación de partículas de los materiales disueltos y disgregados al caer, así como por las eflorescencias, que potencian estos fenómenos degradativos.
Los velos blanquecinos y pasmados proceden de la interacción entre el polvo, algunos posibles recubrimietos protectores oxidados y la humedad. Es muy evidente en las superficies de piedra negra de Calatorao.
Depósitos de cera.
Se han detectado puntuales depósitos de cera, probablemente caídas de algunas velas que estuvieron próximas al retablo.
Eflorescencias salinas.
Las eflorescencias salinas son un tipo especial de depósito, muy importante por los daños asociados. Se entiende por eflorescencia la capa externa blanquecina, más o menos pulverulenta o finamente cristalina, poco coherente, débilmente adherida al sustrato, compuesta por sales solubles. Se producen cuando el agua contenida en el seno del material migra hacia la superficie y evapora, precipitando
las sales que lleva disueltas.
En el retablo, las eflorescencias salinas protagonizan una de las patologías más visibles. Se manifiestan al empezar a evaporar la humedad contenida en los materiales pétreos del retablo y la fábrica de la capilla, a partir de solventarse los problemas de cubierta y quizá a partir también de la instalación de sistema de calefacción en la catedral. Todo ello hace entre 6 y 8 años, pero habida cuenta la potencia de los muros, de cerca de 2 m . parece perfectamente posible.
Las eflorescencias aparecen sobre todo en las juntas de mortero de unión de los elementos pétreos del retablo, y por ello, resultan tremendamente llamativas por su concentración, el volumen y la presión que han ejercido sobre algunos aplacados pétreos. Se encuentran especialmente acumuladas en los planos horizontales de entablamentos y en los paramentos y bóveda de la fábrica de la capilla.
Colonización biológica.
En el retablo, se han detectado algunas colonias de microorganismos muy localizadas: en la primera placa de alabastro de la predela con el símbolo del martillo de la Pasión de Cristo, en donde se han desarrollado sobre una grieta sellada.
En la parte superior de los muros a ambos lados del retablo, sobre restos de revestimientos murales, probablemente con vestigios de pintura, se aprecian colonias de microorganismos.
Otros depósitos biológicos comunes, están relacionados con la presencia de algunos animales, normalmente insectos, que dejan sus huellas en forma de telarañas o nidos.
Alteración cromática.
La tinción se trata de un cambio de tono producido por el contacto de la piedra con materiales ajenos a ella, que, al alterarse, generan productos coloreados. Un tipo frecuente de tinción es la herrumbre debida a la oxidación de elementos de hierro, asociados a los materiales pétreos (rejas, anclajes, vástagos…). En ese caso, esta herrumbre aparece muy puntualmente sobre la piedra en forma de escorrentías ferruginosas entorno a elementos de anclaje metálicos oxidados.
Deformación y rotura.
Esta alteración es muy puntual. En el caso de la piedra de Calatorao, se han observado pequeñas fracturas de tipo concoidal en las columnas, con pérdida de volumen, como ya se ha mencionado en apartados anteriores, que no comprometen el funcionamiento mecánico de la pieza.
Los craquelados y cuarteados son redes conjugadas de microfisuras. En el retablo se localizan en algunas placas de caliza parda, sobre todo en las del del nicho en donde se instala la talla del Cristo.
RESTAURACIÓN DEL RETABLO DE LA CAPILLA DEL CRISTO DEL MILAGRO DE LA CATEDRAL DE BURGO DE OSMA (SORIA). EXPEDIENTE A2019/005402
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